Tuesday, November 29, 2005

Capitulo II: percepciones

"Pobre piba" pensó Ezequiel después de ver como llegó la tan mentada Kaia y la tiraron sin piedad a la pileta vestida como estaba. Puso en la bandeja los pedazos de carne que ya estaban cocidos, la morcilla y los chorizos.
Miró a Kaia saliendo de la pileta "Hummmm que buen tujes... y que buena puteada". Ezequiel es un administrador de empresas arrepentido, de los que van a la oficina en moto, los que en un día mezclan almuerzos en puerto madero y más tarde hacen acrobacia en el centro cultural San Martín
A fuerza de escuchar a grandes filósofos como Schultz, Marley, Raul Portal y otros: hay dos tipos de mujeres a saber: las que se saben lindas, histéricas por naturaleza y las peores, las mosquitas muertas, las que te dejan que les mientas un poco y después cuando creíste que las tenías te clavan un puñal por la espalda. En síntesis, todas iguales, una perras.
Cortesía ante todo, pensó Ezequiel:
Feliz cumpleaños. ¿Querés un chori?
Ezequiel, atónito, vio como aceptaba esa inmensa cantidad de calorías e hidratos de carbono sin hacer escándalos. Agarró el chimichurri, una prueba crucial para la mujer moderna. Ella hizo señas de arcada demostrando su resaca.
Entonces del ajo ni hablar ¿No?


¡Pendejosdemierdalosvoyaarrancarlosorganosconunacucharitadepostreseradedios! Se sacó los pelos de los ojos y lo vio, un petiso morocho con color de negro vacaciones, lentes y fibra por todos lados. La saludó por su cumpleaños ese desconocido y tuvo el tupe de sonreírse, dentadura perfecta y dos ollitos a los costados. Uno de los del grupo "hombres para acompañar con papas noisette". Le ofreció con la bandeja una morcilla y un vacío que ella aceptó mientras se servia gaseosa light, no porque le gustara sino porque el tinto todavía daba vueltas en sangre y temía morir al instante si lo olía.
Gastañaga ¿Qué haces tomando coca light?
Se limitó a hacer una mueca simulando una arcada. Ezequiel, así el nombre del desconocido, con el chimichurri en la mano le dijo
- Entonces ni hablar del ajo ¿no?
Y volvió a sonreírse. Kaia no pudo sostener la mirada. Peligro, un nuevo tipo de hombre: ni de los que provocan risa ni de los que provocan descontrol hormonal. Kaia tuvo ganas de ponerse a llorar, de esconderse, algo le dio vergüenza, toda ella se dio vergüenza.
Ella no le sostuvo la mirada ni la bajó adrede. Peligro una mujer que no se sabia linda ni se la daba de mosquita muerta inocente y naif, encima le generó ganas de hacer un chiste. Sintió un escalofrío.

Pasó la tarde, asado, mate truco. Pileta, ping pong, sapo, mas mate, mas asado recalentado o frío, cerveza. Cerveza cerveza.
Ezequiel hizo demostración piruetas en el pasto y empezó a enseñarle a los presentes, incluyendo a Kaia que se negó sistemáticamente a la par que se prendía un cigarrillo cansándose de solo verlos haciendo fuerza. Kaia no hacia una vertical desde la primaria, Kaia tenia miedo de desnucarse en una medialuna.
¿Por qué no hablaban de música y libros? ¿Por qué no entraban en un terreno que ella conociera de memoria para estar tranquila? No, tenían que hacer acrobacia, algo de lo que ella decididamente estaba afuera y no solo por gusto sino por abierta ineptitud para los deportes y cuestiones netamente físicas.
Un hombre por demás atractivo, que la hacia tener ganas de llorar y encima sin darse cuenta la hacia sentirse un bicho bolita. Es decir acercarse a él era un abismo inabarcable.
Cuatro tragos mas tarde se olvidó su pequeñez y empezó a reírse de estupideces como siempre y a empastarse su lengua como a menudo.


El mate dio lugar a las acrobacias. Hubiese estado divertido que se prendiera, era un contacto físico directo, fácil y ella no aceptó. Seguro hacia la difícil, y le gustó el reto.
Y ella reía, se la escuchaba de fondo, era muy divertida la verdad, ese humor intelectual que tanto le gustaba pero que a él no le salía, era increíble ver con qué naturalidad hacia acotaciones impertinentes. Ezequiel solo participó dos veces en la conversación, humor negro, su preferido, pero he de decir que pensó mucho el gag, la espontaneidad no era su fuerte.
Llegó la hora en que decidieron irse, se repartieron en los autos que había por ubicación geográfica de los respectivos departamentos. ¡Maldición! El sujeto en cuestión vivía para el otro lado... la vida era así, y el destino implacable, al menos con ella.


Llegó la hora en que decidieron irse, se repartieron en los autos que había por ubicación geográfica de los respectivos departamentos. ¡Maldición! La pintora en cuestión vivía para el otro lado... la vida era así, y el destino impredecible, al menos con él.

Thursday, November 24, 2005

EL CUENTO DE UNA AMIGA

Bueno, este es un espacio para todo el chiflado que circule por ahi. Entre ellos una colrada, productora ella de lo mas importante, que esta trabajando en Bolivia y desde ahi, mando un cuento que voy a compartir con ustedes...


Hooolaaaaa señoriiiiiita" saludó.
Max aprieta la mano cuando saluda y sonríe generoso.
Las mesas de Eli´s se amontonan de manera poco confortable pero muy rentable.
Esta cafetería, fue fundada en 1942, por un matrimonio judío que se refugió en Bolivia, huyendo de los horrores de la guerra.
Es quizás, una historia de refugios.
Max, lleva un impecable guardapolvo azul, su pelo engominadísimo, está surcado por una perfecta raya al costado.
Max sonríe, siempre.
Trae la carta y permanece a mi lado, tal vez intuyendo la segura indecisión.
"Max, qué puedo comer?, hace frío "
-"Ahhh se va comer un buen sandwich calentiiiitoo, con una agüita no?"
Y si, Max ha desarrollado una extraña capacidad de adivinación. Quizás no sea el mejor sandwich, pero lleva como condimento un calor hechicero.
Max se acerca a otra mesa, donde también lo conocen, por eso opina:
" Ahhh, la madre de mis hijos vive en Argentina, pero hablamos siempre por teléfono. Ella allá tiene su familia y bueno, sus hijos, pero cuando viene acá, llega a mi casa. ¡Es la madre de mis hijos, qué va a hacer!" y agrega resignado, "uno no puede obligar a nadie a que le quiera, jajajajaj "
Sin duda, Max recibe a la gente con su afecto, tal vez, en cierta forma, porque sabe que así, sí lo van a querer.
Esas palabras ocultan la clave de un hombre refugiado, desde los 8 años, en ese lugar, que fue refugio para otros en 1942.
"Un cafeeeeeeeee negrooooooo", es para mí. Terminé mi sandwich, pero no puedo digerir sus palabras.
En realidad, hoy necesitaba ir a ese bar, para sentir que me iba a encontrar con alguien conocido, y con una sensación parecida al hogar.
El café si era rico, y su mano firme y su sonrisa
"Hasta luego señoriiitaaaa, se va a cuidar mucho eh?"
Gracias, pienso.

Wednesday, November 23, 2005

la fiesta de disfraces

4 deseos: capitulo Uno: Malditos treinta

Andrea apagó la luz, Carolina apareció de la cocina con la torta y dos velas 2 y 9. Todas al unísono y desafinado
- ¡Qué los cumplas feliz, queloscumplasfeliz, quelos cumplasqueloscumplasqueloscumplas feliiiiiiiiiz!
Alguien gritó
¡Pensá los tres deseos!
Kaia lo único que podía pensar era "29 ¡putas! Que cerca de los 30. No importa, es fácil Salud dinero y amor." Y sopló sin convicción.
Vaya. Mas o menos a los 18, cuando sus amigas empezaban a noviar y a dedicarle mucho menos tiempo a la vuelta al perro por el barrio y mucho más a rascar frenéticamente en las plazas, es que ella empezó a contemplar la idea de un joven con quien compartir algunas cotidianidades. Puff, ya son 11 cumpleaños sin festejar con el amor que no llega.
También lo pidió en cada estrella fugaz. Once fines de año sin besos de las doce en punto.
Les pidió a todas las novias que vio pasar con su flamante vestido blanco. 75 viajes en micro sin él. En cada pestaña caída ahí estaba el deseo. 168 fiestas sin su compañía. En cada tercer estornudo. 34 cumpleaños familiares sola. Tuvo la ilusión cada vez que perdió en un juego de azar. 1876 cafés sin compartir. Se tiró en todos los ramos de novia que pudo. 3728 películas sin comentar. Lo pidió en las procesiones a Luján. 6 sobrinos sin tío político.
Pasó la fiesta entre risas, bebidas, saludos, música alta y más bebida. A estas alturas sabía de memoria la regla de no mezclar cosa que olvidó después del decimocuarto brindis con cualquier copa que le ofrecieron. Así se acostó, borracha, y se entregó a los brazos de Morfeo, a falta de otros más interesantes.
En su departamento en San Telmo, barrio porteño si los hay, Ezequiel estaba mirando una película por cable por tercera vez y encima era de las malas, pero no tenia otra cosa que hacer y hacia calor. Se tomó una cervecita mientras tanto y a las tres en punto de la mañana se fue a dormir.
Se despertó a las 10, calentó la pava, se fue a bañar, se puso un short y una remera. Hizo la cama, tomó mate sin hacer ruido mientras preparaba un bolsito donde acomodó la malla, el protector solar y un postre que había preparado la noche anterior y salió de su casa.

Riiiiiiiing. Kaia despegó un ojo y vio sol por la ventana, debería ser temprano. Dejó el teléfono sonar, no podía ser nada importante, los amigos tenían el código de llamar y cortar y volver a llamar si querían ser atendidos y esta vez no volvió a sonar. Cerró el ojo y volvió a roncar hasta que se aburrió de dormir. Qué placer no poner el despertador y dejar que la naturaleza decida la hora.
Cuando se despertó por las dudas levantó los mensajes. Había uno que decía
Piiiiip - Estamos en lo de Roy comiendo un asado, cuando escuches llamá-
"Cierto, el asado" que manera de olvidarse. Se levantó y se preparó un café "ya es tarde para ir" se autojustificó. Sonó el teléfono otra vez y atendió
Loca, dale que recién vamos por el truco y la seguimos hasta la noche.
¿Cómo decir que no? "Un rato" se dijo mientras terminaba el café. Tomó el tren a Banfield (qué lejos ¡joder!) Y ahí estaban de gran risa en el parque de la casa todos los de siempre y alguno más.
Gastañaga ¡Qué cara! ¡Que los cumplas feliz que los cumplas feliz!
Le ofrecieron una tira de asado, esta vez con una sola vela y de las que se usan para los cortes de luz. Por lo menos no le recordaba la edad. Nuevamente los deseos (¡otra vez!). Todos brindaron, uno por uno.
- Feliz cumple pendeja
- Gracias papito
- Feliz cumple Gaztañoza
- Gracias Pérez
- Japi verdi tuyu
Siguieron las reglamentarias tiradas de oreja complementadas con un bautismo poco ortodoxo cuando la agarraron entre cuatro y la tiraron a la pileta sin previo aviso.
Con resaca, empapada vestida, la remera trasluciendo su corpiño push up (lo que natura non da, el relleno lo resuelve), la pintura corrida y con los pelos pegados en la cara salió de la pileta a puro improperio y lareputaquelosparioaustedesyalastresgeneracionesdeyeguasqueloshanparido! Una excelente forma de estrenar años.
Kaia se producía siempre con esa modernidad de ciudad porteña por pura costumbre, no se creía capaz de causar buenas impresiones a simple vista con su metro 50.
A la única persona que se esforzaba por impresionar era a su sobrina: Micaela la idolatraba. La tía tenia el teléfono línea directa con Papá Noel (una vez hablo directamente con él), tenia el móvil del ratón Pérez y les dejaba a los reyes magos tia Maria con chocolate, es más, ¡tenia una foto con las chicas superpoderosas y era amiga intima de Floricienta!
Lo cierto era que le fastidiaba que sus contemporáneos la admirasen. ¿No podían comprender que ser una pintora afamada no conducía a la felicidad? Tampoco las becas, ni las conferencias ni las exposiciones llenan el vacío de la soledad, esa que carcome en especial de noche. ¿Es que los mortales no entienden la diferencia entre la admiración y el deseo? Son dos cosas sumamente distintas y estaba harta de la adulación.
Su última obra, un cartel con luces de neón que decía LOOSER, fue tan festejado por todos que de tanto prenderlo y jugar con el cable, mágicamente el domingo se apagó.
17 margaritas deshojadas. 45 asados exclusivamente con amigos, 12 chapitas de cerveza en el collar, 73 fiestas de cumpleaños sin alguno de la mano. 7 tréboles de cuatro hojas, 17 peñas sin brindar con tinto.
A fuerza de leer a Grandes pensadoras como Maitena, Cristina Wargon, Isabel Amado y otras, Kaia llegó a la conclusión que existen dos tipo de hombres, a saber: los que te hacen reír y los que no se especializan en divertirte pero que te generan un impulso irrefrenable de hacer un rondeau flyfla y caer directamente al cuello del tipo.
Los ocurrentes te ofrecen un mundo nuevo de andar en carting, de inventar canciones y payar con la guitarra. Los otros, en cambio, logran con un guiño o un gesto cualquiera hacer sentir a la distancia el calor de la piel, el olor y la geografía de cada uno de los poros. Con estos últimos especímenes no importaba en lo mas mínimo aburrirse después, no tener temas de conversación o no entenderse.

Tuesday, November 22, 2005

Empezamos

Aqui, a mi diestra Carlos, el gran Charlo, que me embarca en estas cosas del ciberespacio. Como buena y obediente que soy, cierro los ojos y me encomiendo a San expedito para que me ilumine. Diantres, una bibliotecaria, dedicandose a estas cosas, creo que nunca llegare al paraiso BIblios.