Tuesday, December 06, 2005

capitulo III: Kaia y su pasado

Kaia se levantó a las 9, puso su cafetera y prendió la compu en un acto reflejo matinal. Pasó al baño a lavarse los dientes y lavarse la cara. Se metió en internet y puso los diarios más importantes de Buenos Aires, de España y de Francia. Se sirvió una taza grande de café negro amargo y agarró los cigarrillos de la mesa de luz. Leyó los titulares, alguna que otra nota de su interés y abrió el messenger a ver si había alguien en línea y el mail.
Todos los días la misma rutina y la esperanza de que en el mail apareciera el aviso de aceptación de la beca en Francia, era la segunda vez que se presentaba y ya estaban en fecha de resoluciones. El ataque de irse a Paris le había agarrado después de conocer al francés Claude.
Cuando terminó la licenciatura con un promedio de 9.20 se presentó en una master en Alemania que le fue otorgado sin problemas. Después de todo el papelerio y los pasaportes y los documentos y los miles de sellos y colas de embajadas y cancillerías viajó con todas sus expectativas, sus miedos y sus recién estrenados 24 años en la misma mochila.
Allá se alojó en una pensión de estudiantes que incluía la beca y afinó su alemán después de tantos años de estudios en la Gohette
Al principio no fue fácil vivir tan lejos de casa, con amigos a kilómetros de distancia y un oceano de por medio. Aprendió a manejarse sola con la ayuda del resto de los estudiantes, algunos con más experiencia en esto de la independencia.
Llamaba por lo menos tres veces por semana a su casa y se calmaba escuchando las voces de los suyos. Por teléfono se enteró que su hermano iba a ser papá y lloró de la emoción y de la impotencia de no poderlo abrazar.
Siempre fue muy estudiosa y bastante sociable, a los pocos meses se había hecho de un grupo de estudios que a su vez la inició en las fiestas, las reuniones internacionales, la marihuana y los otros pensionados. Gracias a la universidad se rodeó de artistas europeos que más adelante le abrieron las puertas al mercado, la invitaron a exponer y a las presentaciones de los mas nuevos.
A casi un año iba habitualmente a las inauguraciones a las salas importantes y se hacia un nombre sin saberlo.
Llegaron las fiestas de fin de año, llegó el receso y volvió a festejar cerca del obelisco. Le dio el primer beso a su sobrina que tenia apenas días. Kaia se dio cuenta de algo terrible, se había acostumbrado a ser independiente, a fumar a destajo, a levantarse a cualquier hora y salir cualquier día de la semana. La casa que tanto extrañaba ahora se le hacia pesada. Volvió a Alemania a terminar su beca, esta vez con muchas más ganas de retomar su vida estudiantil.
Respiró el olor del pensionado cuando lo pisó, ese olor mezcla de productos de limpieza con mil desodorantes distintos, se arrulló con los ruidos de gente yendo y viniendo, se reencontró con sus compañeros de habitación, desarmó la mochila, abrió el dulce de leche y lo compartió con todos los presentes. En el salón principal se juntaron los de siempre y algunos más que empezaban sus respectivas clases. Ese año es el que llegó Claude a la pensión.
Claude era un típico francés castaño claro con ojos profundamente entre azul y gris dependiendo del clima, definitivamente los ojos más luminosos que ella haya visto.
Claude era muy divertido y carismático por lo que no le fue muy difícil hacer temblar a todo el pensionado femenino y algún que otro masculino también.
Kaia se convirtió en su compañera inseparable mezclado con la posición de hermanita menor que Claude le había asignado. Andaban por las fiestas electrónicas que Kaia recién descubría, se turnaban para cuidarse uno al otro en las borracheras y ella se encargaba de tareas de secretaria administrándole las citas, ocultándolo y cubriéndolo en sus mentiras con las diferentes damas mientras suspiraba y albergaba la esperanza de convertirse de una buena vez en la amante de Claude después de tanto esfuerzo.
8 meses mas tarde llegó ese momento. En una de esas tantas noches de preparación de finales popular se dieron un beso y dos y miles. Se pasaban de habitación todas las noches y compartían el resto del día juntos como siempre habían hecho mechándolo con abrazos. Juntos disfrutaban de rascas furiosas propias de una joven de 25 llena de hormonas que aprovecha el enorme placer del sexo varias veces al día en todas las posiciones posibles de manos de un experimentado.
Era maravilloso perderse en su mirada, no importaba no dormir casi nada por semanas, la adrenalina, los festejos de fin de curso, las reuniones, tenían otro resplandor cuando llegaba colgada de su brazo. Tal era la felicidad que no se puso a pensar que dos meses mas tarde debería volver a su Buenos Aires querido, que se terminaba su estadía europea y, lo peor, terminaba su romance francés.
¿Cómo iban a separarse? ¿Cómo podía volver a América dejando al amor de su vida ahí?
Hablaron de la separación muchas veces entre sollozos mutuos. Él le dijo que serian amigos por siempre, que estaría la puerta abierta en Francia cuando ella quisiera pasar a visitarlo. Si él hubiese sugerido que se fueran a vivir a París sin dudas lo hubiese seguido, si le hubiese pedido que dejara su vida pasada para quedarse con él y vivir de la cosecha de papas en Marte ella lo hubiese hecho, pero nunca sucedió.
Ella se quedó con la idea de volver a verlo, "la vida va y vuelve" se dijo, "el tiempo es relativo" se convenció, mientras se desangraba en llanto en la habitación cuando se cerró la puerta la ultima vez que lo vio.
Y así es que Kaia regresó a Buenos Aires y se presentó a la beca en Francia del año siguiente. Se siguieron escribiendo y mandando fotos espaciadas por mail, en especial después de las vacaciones. Vio las fotos de Claude haciendo parapente, Claude haciendo snowboard, Claude en Ibiza. Siempre se preguntó por qué nunca se le había ocurrido venirse de vacaciones a Latinoamérica, mas precisamente a Buenos aires, mas precisamente a Palermo, mas precisamente a su casa, con mas exactitud a su cama.
La beca a Francia no salió pero ella se presentó al año siguiente y ahora esperaba la resolución.