Wednesday, April 12, 2006





gambas al ajillo, bibliotecarias, insert coins, galanes de moñito,
diseñadoras hot!

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un bomboncito, una reina en la pista, un padre con una hielera en la cabeza y por ultimo, los brazos de un amigazo.

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volvemos a la novela....

Kaia entró con todos los nervios en el estómago y se encontró con el cuadro de Ezequiel parado de cabeza en medio del salón. Vaya recibimiento. ¿Cómo podía hacer eso? Ezequiel en una pirueta se puso en posición normal y saludó a los presentes ¿Qué hacia Kaia ahí?
Tomaron unos mates y les picó el bagre.
¿Qué comemos? –
Preguntó Ezequiel pensando en cocinar para cuatro
Salgamos a comer afuera, yo invito. -
Contestó Nacho que estaba por demás contento el último tiempo y había hecho muy buen dinero esa mañana con los gringos.
Dale, y después hagamos algo que tengo ganas de fiesta hoy, Kaia, vos que siempre estas al día ¿Qué hay para hacer hoy?
Redobló la apuesta Leo
No tengo idea.
Mentira, tenia mucha idea, pero salir así, sin pasar antes a cambiarse a la casa, estaba hecha un desastre desde el mediodía con lo mismo puesto (para Kaia un desastre era estar impecable, perfumada, a la moda, depilada, con los anillos y los aros haciendo juego con la remera)
Yo tengo la presentación del Hotel "too much" de puerto madero, si quieren podemos ir ahí, comemos y tomamos de arriba y después vemos.
Ezequiel había hecho una propuesta, encima decente, era evidente que algo estaba pasando. Nacho presintió una sensación extraña: su hermano se estaba convirtiendo un ser humano. La idea fue aceptada por el grupo que, muy contento, se iría a codear con el jet set porteño un miércoles, qué exceso de glamour.

Ezequiel se fue a vestir, el pelo todavía estaba mojado, se puso un traje con cuello Mao con camisa sin corbata que le había regalado el padre para ocasiones como ésta que, por supuesto, no había estrenado. Salió de la habitación reluciente después de haber practicado en el espejo de cuerpo entero de la pieza como iba a pedirle el brazo a Kaia para salir.
Kaia casi se desmaya de la emoción. Un hermoso morocho con traje moderno e impecable y perfumado, se acercaba. Mas emoción aún cuando él se dirigió a ella, y le estiró un brazo y le dijo
- Condesa, ¿me hace el favor?
Ella se agarró del brazo en gesto elegante mientras Leo, con el mayor disimulo, arrancaba la etiqueta del traje que le colgada por detrás.
Esta vez no fueron en moto, tomaron un taxi en la puerta y llegaron al hotel lleno de luces y alfombra roja.
La fiesta era en la terraza con antorchas y mozos que pasaban con bandejas de canapés. Había barras de champagne libre, una especie de paraíso etílico.
Ezequiel nunca sonrió tanto cuando hablaba con otros agentes de viajes, estrellitas en ascenso invitadas, y desconocidos en general. Kaia se encontró con algunos periodistas y fotógrafos del ambiente que no se extrañaban de verla ahí, al fin y al cabo ella también era una persona "de moda".
Tan así que algunos paparazzis amigos le sacaron fotos en el lugar y junto al joven guapo que la acompañaba para las secciones de vida social de las revistas de cholulos.
Leo y Nacho habían desaparecido a la vista, los otros dos estaban charlando con un grupo de artistas plásticos cuando Kaia notó que se había quedado sin cigarrillos. Pidió a los presentes que estaban en igual situación. Un hotel completo y sin máquina de cigarrillos, ¿Cómo podía ser posible?
Ezequiel se ofreció a ir a comprarle y ella se ofreció a acompañarlo (al fin del mundo de ser necesario.)
Preguntaron a un mozo que les indicó el kiosco más cercano y bajaron por el ascensor, desandaron la alfombra roja de la entrada y Ezequiel le dio la mano. Kaia creyó que se moría, pudo haber muerto en ese momento con total felicidad.
Ese calor que despedía esa mano fuerte, ese espontáneo caminar juntos como si fuera natural. Deambularon por las calles solitarias del puerto Madero dormido un miércoles a las tres de la mañana. No podía ser cierto, pero lo era.
Compraron los cigarrillos para todos, ese segundo en el que se soltaron. Kaia dio un salto ¿La volvería a agarrar o había sido solo un instante? Terminaron de pagar y se fueron caminando a distancia. Él puso sus manos en los bolsillos. Era obvio ... tanto bueno no podía ser real.
Quince pasos después las sacó del traje cuello mao, con un chocolate para compartir. Kaia tenia razón, no volvió a tomarla de la mano, cambió por rodearla por los hombros y la invitó a tomarlo por la cintura para seguir abrazados las dos cuadras y el chocolate que tenían por delante.
Subieron a la fiesta nuevamente, a la terraza, y el se disculpó para ir a buscar algo para tomar, volvió con dos copas llenas repletas de burbujas le dio una y, ya que estaba, le dio un beso, un beso tranquilo, uno de roce de labios y ruido de los que se dan aquellos que se conocen hace mucho, de los que se dan aquellos sin apuro porque saben que tienen toda la vida por delante.
Preguntaron a un mozo que les indicó el kiosco más cercano y bajaron por el ascensor, desandaron la alfombra roja de la entrada. Ezequiel iba riéndose de algo que ya ni recuerda y para cruzar la calle le dio la mano que no soltó después. Se sintió grande e invencible. Caminaron por las calles silenciosas hablando como si tal cosa, era todo tan natural.
Compró los cigarrillos, ella estaba dada vuelta mirando al piso sonriéndose sola, vaya uno a saber que estaría pensando. Momento ideal para comprar un chocolate, que ganas de chocolate.
Lo sacó del bolsillo y había que verle la cara a ella: era una nena con un chocolate, que ganas de abrazarla. ¿Por qué no? Las estaturas parecían dos piezas que encajaban perfectamente, encajaron hasta llegar a la fiesta, ir por dos copas y besarla. Había una familiaridad "en alguna vida debimos ser pareja" pensó y se dejó llevar por las ganas de estar con ella una vida entera más.