Tuesday, June 06, 2006

Hacerse cargo

Las semanas pasaban para Kaia y Ezequiel sin mas complicaciones, cuando se quisieron dar cuenta pensaban por dos, cada uno por su lado, compartieron sin quererlo la almohada cuatro días a la semana, los miércoles de cine, los fines de semana. Se fueron enterando lentamente de sus biografías, de sus ñañas, de sus temores, de sus complejos, de sus sueños, de sus costumbres.
Kaia dejó de ir a sus fiestas habituales, los amigos no se quejaban, ella era convincente "loco, fui a todas las fiestas, a todos los cumpleaños, a todos los egresos, a todos los bautismos, a todas las despedidas de solteros, no falté nunca, ahora, que estoy disfrutando de hacer otras cosas tendrán que entenderme, no sé cuánto me va a durar". Los amigos comprendían, hacia rato que querían verla con alguien.
Después de un par de semanas llegó una fiesta infaltable, se iba una de las mejores colegas de viaje y seria la ultima reunión. Kaia tenia, debía ir o la consciencia no la dejaría en paz.
¿Qué iba a hacer con Ezequiel? Moría por presentárselo al mundo entero, moría por que todos vieran el caramelo que la hacia tan feliz pero, a su vez, por primera vez se presentaba en una reunión con alguien de la mano y le daba un poco de vértigo, de pánico escénico. Al final se decidió y lo invitó, que resolviera él qué hacer. Ezequiel aceptó gustoso sin meditarlo demasiado (estaba muy acostumbrado a salir acompañado).
Fueron a la reunión, por suerte había mucha gente y se podía pasar desapercibido, si no fuera porque Kaia nunca pasaba desapercibida y mucha gente no la veía hacia un tiempo. Se sintió observada por todos, era una sensación extraña. En principio no se separó de Ezequiel un solo segundo, no quería que se aburriese con desconocidos y estuvo pendiente de él todo el tiempo. Fue Ezequiel quien la arengo.

- Anda con tus amigos al balcón
- Pero, te vas a quedar solo
-No me quedo solo, puedo hablar con gente, viví 32 años yendo a reuniones y sigo vivo.
-Bueno, si te aburrís nos vamos

Kaia se fue a parlotear como hacia siempre y lo vio a la distancia hablando con un grupo vaya a saber de qué, se reía. Se tranquilizó. Era maravilloso compartir momentos como aquel,
compartir su mundo con él.
Al rato se acercó, había un grandulón que hablaba sin parar de halagarse, exagerando y mintiendo como pocos. Se daba corte de sus amistades conocidas, famosas y adineradas. Kaia lo soportó 30 segundos, tomó a Ezequiel por el brazo, se despidió de todos y se fueron.
Se subieron a la moto y llegaron al PH. Comentaron la fiesta y Ezequiel se refirió a la última escena

Ese pibe, que personaje... es un tarado-
No es un tarado, es un pelotudo.
bueno, eso
¿Por qué no puteas nunca?
Sí que insulto, a mi hermano lo insulto de vez en cuando
Una puteada en serio "Pelotudo" pero con garra, con ganas, desde el estómago. Vamos probá "pelotudo"
Pelotudo
Ponele onda
Sos un pelotudo
Un poquito mas de fuerza, vamos cariño.
Pelotudo.
Bien, ahora probemos. Andatealareconchadetuhermana
No, no puedo
¿Por qué?
Es que en mi casa nunca se insultó, si decíamos una sola palabrota mi viejo nos daba vuelta la cara de un bife.
Ahora no está tu papá. Vamos Andatealareconchadetuhermana
Andate a la reconcha de tu hermana
No, es todo uno, a ver, pensá en tu papá y decile Andatealareconchadetuhermana
Andatealareconchadetuhermana
¡¡¡Muy bien!!!

Leo seguía pensando en su retiro voluntario. Veía a Kaia y a Ezequiel tan felices caminando de la mano que le dieron ganas de estar así, en una nube de libélulas de colores con una sonrisa pintada. Tuvo ganas de rehacer su vida y de andar idiotizado, de empezar de cero.
Después de la noche con el casi menor de edad, puso su meta numero uno. No más romances de una noche, basta de gente conocida, ahora buscaría algo más unas horas de revuelque.
Leo tenia sus amantes fijos. Ni siquiera llamó, espero que lo hiciera el primero de sus "0-800- visita sanitaria".
Cristian, alias el pequeño gran señor, con su metro 15 llegó a la casa como habían acordado. Sin casi mediar palabra se enredaron en besos y abrazos dando paso al amor sin exceder los quince minutos.
Luego de lo previsible, Cristian, como siempre, se vistió. Leo tuvo ganas de dormir, de dormir con él. No sabia como pedírselo, nunca lo había pedido, en realidad nunca había tenido la idea. Tomó valor de donde pudo y lo sugirió sintiéndose ridículo y con un terrible temor de ser rechazado por maricona sentimental.
Para su sorpresa Cristian aceptó encantado, estaba esperando esa propuesta desde que lo conoció, pero era él, Leo, el que siempre se negaba con la actitud.
Se acomodaron y se abrazaron, reinó el silencio unos segundos y se besaron y un silencio mas, y otro y otro. Leo entendió que no tenia un mínimo tema de conversación, no se conocían lo suficiente y tampoco habían tenido la necesidad de hacerlo. El dueño de casa pensó en ver una película pasatista, una comedia boba. Hizo zapping con el cable pero no se pusieron de acuerdo en ninguno de los 180 canales.
Era inútil, imposible una comunicación. Hubiese sido mejor que se cambiara y se fuera, maldijo su proposición. Cerró los ojos y probó "conviértete en pizza" pero cuando los abrió Cristian seguía ahí. Se estaba aburriendo. Después de una siesta compartida el amante se las tomó. Leo esbozó una sonrisa y le abrió la puerta, lo besó sin fuerza, cuando volvió al living tomó la agenda telefónica, la abrió en la P y tacho el número que le seguía a la palabra Pequeño.