Saturday, September 02, 2006

SECRETOS Y CELOS


Nacho había terminado con la escenografía. Leo entró al teatro y lo encontró ovillado en una punta del escenario. Primero miró la obra terminada. Que fantástico, mucho mejor de lo que había soñado. Nacho había captado la idea y lo había llevado al plano real de una forma maravillosa.

¿Qué haces ahí echado como perro apaleado?
Debe ser la depresión pos parto
¿De qué hablas, incoherente?
Hace tres meses que vivo para esto y ahora que lo terminé me siento mal, perdí la mayor parte de mi vida.
¿No será mucho?
Es verdad, no sé que carajos quiero hacer de mi vida. Mejor dicho, sé perfectamente que quiero hacer, dedicarme a esto creo que si vuelvo a escuchar un solo tono espanglish voy a morirme de un soponcio.
Dedicate a esto, sos bueno
Como si fuera tan fácil...

Nacho miraba apara abajo, estaba deprimido en serio. Hizo un puchero. Levantó la vista y se encontró con los ojos de Leo. No se contuvo y lo besó.

Leo lo apartó con asombro
¿Qué haces?
Me gustas
Tene cuidado que causo adicción.

Y se besaron nuevamente, se acariciaron, se quisieron en el escenario con escenografía de un Buenos Aires con obelisco y todo detrás.
Kaia recibió un llamado a la mañana temprano que la despertó. Leo del otro lado de la línea que gritaba casi perforándole los oídos contándole todo lo que había sucedido a la noche anterior con lujo de detalles.
Ezequiel estaba dormido al lado así que escuchó el teléfono. También se dio cuenta que Kaia se levantaba para hablar bajito desde el living. Algo lo sobresaltó ¿Quién era a esa hora y por qué ella se iba a hablar lejos?
Cuando Kaia volvió a la habitación y se acostó de nuevo tratando de no hacer ruido Ezequiel preguntó
-¿Quién era a esta hora?
Leo
¿Qué quería a las seis de la mañana?
Nada
¿Por eso estuviste hablando media hora?
Nada ... cosas de chicas, ¡che!

Ezequiel sintió que le estaban ocultando algo, lo que era cierto, pero nunca se pudo imaginar qué. Ezequiel temía lo peor: quizá no era Leo el que llamaba a las seis de la mañana.
Nacho y Leo estaban tirados en sofá cama del living mirando la tele. Kaia pasó a buscar a Ezequiel y volvían del super de comprar los elementos para hacer unos fideos con salsa. Ezequiel se sacó la camisa, guardó las cosas y se fue a lavar las manos
¿Qué están mirando?
Southpark
¡Buenisimo! Háganme un lugar

Kaia se junto con los chicos a ver la tele. Ezequiel se dispuso a cocinar, puso el agua en una olla y sacó la salsa de tomate. Mientras lavaba la sartén vio a los tres tirados despatarrados de la risa amuchados en el sillón, ella en el medio. "Cómo se divierten estos tres, y acá la mucamita preparándoles de comer, ¡Qué horror! Esos tres se llevaban bárbaro, ¿Cómo no?" Los tres se divertían a lo grande, los tres muy carismáticos e intelectuales. Nacho cruzó una pierna por encima de la de Kaia y Leo hizo lo mismo.

"Esos tres tocándose y yo acá como un imbécil pelando papas". Miró de nuevo, ¿No sería que estaba pasando algo entre su hermano y ella? No le gustaba para nada ese contacto físico entre los tres, especialmente entre Nacho y ella. No seria ilógico que se enamoraran, Nacho era tan simpático, y ella tan atractiva. Y él revolviendo el tuco para ellos, quizá realmente lo estaban engañando, quizá realmente la risa que compartían era por él, se estarían burlando del pobre cornudo. Se enredó en sus pensamientos hasta que sintió que lo abrazaban de atrás. Era Kaia, quizá tenia el don de la lectura del pensamiento.
Lo besó el cuello, le susurró que lo amaba. Lo bajó de un hondazo de sus pensamientos y se dio cuenta que estaba exagerando, que los celos eran estúpidos pero no podía evitarlo. El que se quema con leche ve una vaca y llora.

Kaia se metió entre los dos por el solo hecho de molestarlos. Enterada de la incipiente relación entre Nacho y Leo, realmente estaba encantada. Hablaban por lo bajo de su secreto enganche y Nacho pasó una pierna por encima de Kaia para tocar a Leo, y Leo pasó otra pierna para tocar a Nacho y molestar, de paso, a la intrusa del sofá.
Reían a carcajadas, se los notaba contentos. Kaia miró por encima de la cabeza de Leo a Ezequiel que cocinaba. Toda esa fibra, todo ese pelo en los ojos y los lentes. Que manera de amarlo, seguía sin entender como podía darle bola a ella. Ahora cortaba las papas, era un ángel venido del cielo. No aguantó más, se paró y fue a abrazarlo, lo beso en el cuello, le dijo que lo amaba y de pasó lo agarró de la mano y se lo llevó a la habitación, cerró la puerta con llave, etcétera.
Después de etcétera, se durmieron. Despertaron con los golpes de la puerta. Era Leo gritando
- ¡La comida esta lista, desabotónense y vengan que se enfría!"
Se vistieron y comieron lo que habían preparado ellos, el milagro había acontecido, por una vez no era Ezequiel el gastronómico, cosa que lo hizo por demás feliz.