Wednesday, January 31, 2007

a futuro

Ezequiel, sin darse cuenta, empezaba a proyectar. Antes nunca le había salido y cuando era María la que pensaba en una familia concreta, en vestido blanco y fiesta lujosa en el palacio Sain Sussi era Ezequiel quien la evadía, le decía que se apresuraba y que no estaba preparado. Ahora se sentía listo, también le daba esa tranquilidad el echo de que Kaia no lo apuraba.
Cuando María lo dejó, Ezequiel pensó que nunca haría su vida nuevamente al lado de una mujer y ahora había encontrado una que lo inspiraba a tener un hijo, ni siquiera se había imaginado que tenia instinto paternal.
Cuando se separó aquella vez sus colegas y empleados tuvieron la delicadeza de no nombrarle siquiera la M de María por un buen tiempo. Ezequiel estaba tan demacrado que el padre con una excusa de negocios lo obligó a viajar, a conocer un crucero, con la firme intención de que Ezequiel se distrajera. Los nuevos aires y el mar le sentaron bien. Pasado un tiempo prudencial de seis o siete meses recién se enteró por los chusmerios y radiopasillos de la agencia que había sido de la vida de María.
María se había convertido en la esposa de un gerente de línea aérea, tenia su casa en un country y un precioso niño de 9 meses digno de publicidad de pañales. Primero le dolió recordar la traición pero enseguida, a Ezequiel no le llamó la atención, sabia que era el sueño de María una vida así, lamentó no hacer tenido el mismo deseo en su momento. Cuando pudo ver las cosas desde ese punto de vista, dos años mas tarde, resolvió que esa herida había cicatrizado.



Se acercaba el estreno de la obra, Leo andaba con un mal humor y unos cambios abruptos de la ansiedad a la histeria, de la depresión a la hiperquinesis. Todo su malestar general, su incomodidad en su propio cuerpo, su irritabilidad y su rechazo por Nacho.
Ya no le causaba placer pasarse las tardes al sol, los sábados viendo películas. Dormir abrazado le daba calor y escozor en la espalda.
Cada respuesta violenta la justificaba con los nervios de la presentación de su opera prima.
La verdad es que Leo estaba insoportable. Tenia arranques de locura súbita y se enojaba por cualquier cosa. Las dos primeras reacciones de este estilo Nacho las tomó como personales. Ya nada era lo mismo: las noches de abrazos se acortaban, las risas se hacían pesados silencios, los espacios que compartían lo hacían poner incómodo.
Nacho se daba cuenta que a Leo ya no le gustaba pasarse los domingos tirado en la cama, se aburría a menudo y nada le caía en gracia. Después Leo le explicó que era por la obra y Nacho entendió, o creyó, que era eso lo que lo ponía tan irascible, cuando estrenara todo volvería a la normalidad de amor y pajaritos.

1 comment:

Anonymous said...

bien, asi me gusta, extrañaba el blog en el verano ciudadano...