Tuesday, July 18, 2006

parentela


Nacho seguía sin tener noticias de Leo, de la misma forma cuando terminó de hacer sus guías por Buenos Aires (a unos checoslovacos esta vez) se fue al atellier pensando que lo iba a encontrar y con las ganas de contarle sus nuevas incursiones en el Gaydar y revistas de moda.
Para su sorpresa Leo tampoco estaba ahí, se puso a pintar esperando su llegada, estuvo toda la tarde hasta la noche, casi consiguió terminar la escenografía completa y Leo seguía sin aparecer. Cuando se dieron las diez de la noche resolvió volverse a la casa y preguntarle a Kaia si sabia algo del desaparecido amigo.
Mientras tanto se le ocurrió empezar a pinta algo aparte, un cuadro de Leo para no extrañarlo tanto. Pasó las tardes de la semana en el atellier, entre las telas para la obra y el retrato.

Llegó el domingo tan temido y el hombre del cumpleaños llegó con su novia a la casa de los padres. Estaba toda la parentela reunida y saltaron de sus asientos al verlo acompañado. Después de saludarlo se detenían en la nueva novia del nene, poco tenia que ver con la anterior. María que era tan fina como arisca. Solía sentarse en una punta y hablar solo con Nacho y comía ensalada con jugo o gaseosas light.

Ella era la primera vez que estaba en el rol de "novia de" toda una experiencia. Que la mirasen no le era ajeno, en especial cuando entraba a grandes salones donde exponía, pero esta vez era distinto porque lejos de sentirse gigante como cuando entraba a aquellos salones, esta vez se sentía al nivel pulga de circo, se sentía no solo mirada, sino juzgada por los presentes que, dicho sea de paso, no tenia la mas mínima idea de quienes eran.
Por suerte encontró a Roy que la rescató de todos los saludos incómodos. Se integró a los amigos históricos de Ezequiel como si los conociera de toda la vida, dijo más estupideces por segundo que de costumbre y habló de modas con las novias de ellos.
El asado transcurrió como cualquier otro con achuras, chorizos y morcillas a granel. Kaia se cuidó de no tomar demasiado vino pero igual le llamó la atención que la madre de él le ofreciera una Coca Light ¿la vería gorda?
Kaia trató de ser amable, intentó lavar los platos, cosa que su suegra a estrenar no dejó. En cambio la dejó secarlos así compartían un momento de intimidad. La madre le preguntó todo lo que una madre desea saber para el bien de su pequeño (que cumplía 32 pero para una madre siempre seria pequeño, tendría un delantalcito de pintitas de por vida.)
Mamá Marta quedó satisfecha después del interrogatorio.

Era el cumpleaños de Ezequiel, el típico cumpleaños con tías gordas preguntando para cuando los confites, festejándole las gracias al más divertido y bullicioso de los sobrinos. Algo de la ceremonia lo divertía, quería mucho a sus tías y se reía escandalizándolas preguntándoles sobre su vida personal, inventándoles novios famosos de la tele. También le encantaba comer los postres que hacia años llevaban, la torta de manzana la tía Emilia, el postre de chocolate de Berta, el budín de Zulema.
Pasó la tarde de asado y de postres familiar, los amigos del barrio de Ezequiel y la presentación oficial de la nueva integrante. Nacho la puso al tanto de quién era quién en la parentela y la integró a las brujas lo mejor que pudo.

A la hora de la retirada Papá Alberto lo llamó en el entretiempo del partido de Banfield.
- Te busqué toda la semana. ¿Dónde estabas?
Pintando
¿Pintando la casa? Pero si la pintamos a nuevo el año pasado, ¿Qué locura es esa?
Estoy pintando una escenografía
Siempre tuviste el berretín del dibujo vos
No es un berretín, estoy pintando en serio
Pintar no es serio
¿Cómo que no?
Es un pasatiempo, trabajar es serio
Pintar es mi trabajo serio ahora
Pero eso no es un trabajo. Te voy a contar: Tu trabajo son las guías. Vos hacé lo que quieras pero que yo no me entere que llegas cinco minutos tarde, que descuidas la agencia, o que te aparecés con una manchita de pintura en la ropa porque vamos a tener una charla poco amigable...¡valgame el cielo! Pintar ¿Es en el teatro Colón? ¿Es en el Teatro Cervantes?
No, es teatro under
Aficionados, ¡por favor! no podes decirme que es serio
Para mí es serio y punto.
Es un hobby
No es un hobby. Lo que me gusta a mí es pintar, a lo que me quiero dedicar es exclusivamente a pintar.
Hacélo cuando te dé de comer. Vos estás muy mal acostumbrado a tener todo, y la vida no es fácil, soplar y hacer botellas. Uno no hace lo que quiere, hace lo que puede, es hora de que lo vayas aprendiendo.

El segundo tiempo del taladro lo salvó, Nacho se despidió por un rato para irse con sus amigos a tomar cerveza como todos los domingos.
Los invitados se fueron yendo hasta quedar solo el núcleo familiar y así es que tocó el turno de Papá Alberto.
Papá Alberto sirvió vino para los dos (una chica que tomaba alcohol, ¿Qué tipo de madre y ama de casa iba a ser?). Se sentó en el sillón del living, Nacho y Ezequiel estaban en el fondo al lado de la parrilla comiendo asado frío y peleándose como siempre por la única pata de pollo que quedaba.
Papá Alberto empezó

- Y usted ¿A qué se dedica? (¿Por qué no la tuteaba? Esa distancia no era lo mejor)
- Soy artista
- Le gusta ser pobre por lo visto, ¿Qué futuro le espera?

Kaia tenia un don. El de caerle bien aún a los seres más adversos. Era simpática y tenia la habilidad de respuestas rápidas acompañadas de una cara angelical puramente falsa. No iba a desperdiciar esa capacidad precisamente con el suegro. Puso su mejor rostro A4 y le respondió
- Poner una galería en Viena

Papá Alberto estaba encantado, esa chica iba a tener futuro, era artista pero no de esas que tiran fuego por la boca, que andan haciendo malabares y esas cosas que solo hacen los que no saben que hacer de su vida, drogadictos, pelilargos de destino incierto. Esta chica sabia lo que quería, era culta y refinada. Una galería en Viena, eso si que era de categoría.
A partir de ese momento Kaia fue bienvenida en la casa de Banfield.
Llegó la noche y los padres se negaron a que volvieran en moto de noche después de haber tomado alcohol. "Se quedan a dormir" sentenciaron.

Por suerte Kaia no había perdido la costumbre de poner el cepillo de dientes en la cartera a fuerza de quedarse en lo de Eze muy a menudo.
La casa tenia dos plantas, en la de arriba estaban las habitaciones: la de los padres, y cada nene tenia su pieza. La de Ezequiel estaba igual a como la había dejado, claramente adolescente, algunas fotos de niño (era tan lindo), trofeos de campeonatos escolares, la camisa del uniforme firmada por los compañeros del secundario, la foto con el perro San Bernardo en Bariloche, la cama de una plaza.
Mamá Marta se encargó de preparar las camas. Por supuesto Nacho dormiría en un colchón en la pieza de Ezequiel y le cedería su cama a Kaia que era la invitada. También Marta le prestó un camisón.
Kaia se encontró de pronto en la habitación de su cuñado a una pared de distancia de su novio en la casa de sus suegros con el camisón de la mamá.
Se moría por un cigarrillo pero entendió donde estaba y no podía fugarse por las calles de Banfield buscando un kiosco a las doce de la noche.
"Esto debe ser la vida de las novias a los 16 años, yo que decía que nunca había pasado por esta experiencia acá esta: 13 años después, esto es grandioso" y se durmió profundamente después de darle un beso a la pared.

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