Sunday, December 21, 2008

Oh Roman, Roman

Leer en prisión
"Un cacho de libertad"


"El libro te abre la cabeza", afirma el abogado Roberto Sosa, primer egresado del Centro Universitario Devoto, y agrega: "La lectura te hace libre en estos lugares. Por eso la llegada al material se da de manera natural, no se medita demasiado, porque el libro es una buena compañía".
En los servicios penitenciarios, hay internos que esperan condena, están procesados, otros ya fueron condenados, pero todos tienen un recurso a conquistar para experimentar la libertad, aún tras las rejas: la lectura.
Los internos que no han completado su nivel medio de educación leen para pasar las largas horas de encierro, algunos para enriquecer su vocabulario, y otros para demostrar buena conducta, según el director de la biblioteca del Ministerio de Justicia, Licenciado Antonio Román.
"Hacer conducta es demostrarle al juez que estas preparado para volver a la sociedad sin cometer los mismos errores que ya cometiste", explica el profesor de contabilidad de la cárcel de Ezeiza Roberto Brinatti.
Si una persona es condenada a una cantidad de años de cárcel pero, durante la condena muestra progresos en la conducta, le van dando una serie de puntos y, en la medida que logre tanta cantidad, va a obtener beneficios como salidas transitorias, libertad condicional y condena domiciliaria. Una de las formas de ganar puntos es ir a la escuela.
"Hay presos que son rebeldes y no quieren hacer conducta entonces no van al colegio, se portan mal; son complicados o reincidentes", opina Brinatti.
Sosa, fue indultado en 1999 por buena conducta, y sabe de que se trata esta búsqueda: "No podes olvidar el lugar donde estás, pero tenes que ir por el camino que te mejore y evitar lo que te pegue a la reja".
María Medrano escribe en su libro Yo no fui, que hay un sistema, el penitenciario, pero hay otro sistema, el tumbero, y que las mujeres que participan de los talleres de poesía en la biblioteca de la Unidad Penitenciaria número 31 se resisten a ser estigmatizadas por uno u otro.
Y agrega que entonces el taller funciona como una isla, como un espacio de resistencia, un espacio que ellas mismas definen como un "cacho de libertad".
Además, para la directora del instituto de investigaciones bibliotecológicas de la facultad de Filosofía y letras de la facultad de Buenos Aires, Susana Romanos, la biblioteca es un gran nivelador social, y cumple un papel fundamental en la reinserción, porque la lectura suele desarrollar capacidades impensadas. La persona que aprende a leer, no en el sentido de descifrar las letras, es una persona que difícilmente vuelva a sentirse sola, y la gente cuando no se siente sola, cuando encuentra el modo de representarse en la realidad es mas permeable para integrarse. "Aquel individuo que se siente muy marginado, sin horizonte ni esperanza, es más vulnerable a hacer cosas que no son las más convenientes para la sociedad y para el mismo", asegura.
"Una persona que logra expresarse como corresponde puede hacerse entender y relacionarse de otra manera, y tener así más posibilidades", analiza Romanos, y sostiene que por eso tiene que haber programas de educación y bibliotecas, como uno de los apoyos más importantes de este proceso,
"La educación es algo que puede cambiar la vida de la gente, y aunque esta desvalorizada sigue siendo un motor de ascenso social", enfatiza.
Sin embargo, para Román, especialista en las bibliotecas en Unidades Penales Federales de la Argentina, el Estado hace poco realmente efectivo. Generalmente incorpora planes de lectura en las cárceles, sin ninguna programación más que la voluntad de algún funcionario de quedar bien con alguna organización gubernamental o no gubernamental que en forma de voluntariado ofrece sus recursos. Pero todo esto no sirve de mucho porque no tiene continuidad.
Las bibliotecas son ámbitos preservados por los internos. El profesor
Alcalde Mayor Miguel Majul cuenta de que aún en los motines no se hace estragos, por lo general, en los ámbitos donde se recrean y estudian.
"Cuando un interno dice que no se siente preso al hacer un comentario en un cine debate, es en cierta manera sentirse valorado. Hay varios autores que dicen que en las sociedades cerradas, el interno tiende a despersonalizarse", dice Majul.
De acuerdo a los especialistas, un interno que se siente reconocido por su nombre y apellido, sus habilidades, su potencial, estaría menos expuesto a los aspectos nocivos del encierro.
Brunatti concluye: "Hay gente que es chorra de alma y cuando sale no trabaja y roba. Hay otras personas que al estar en la cárcel dicen que no van a tocar más un arma y a los seis meses que salen no tienen para darle de comer a los hijos y terminan saliendo a robar. Hay otros que no delinque más, que prefieren morirse de hambre a estar presos. El porcentaje de estas tres opciones es para todas igual."

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